sábado, 15 de diciembre de 2012

¡Un dato curioso!

Parémonos a pensar un momento. ¿Qué nos pasa cuando alguien pronuncia nuestro nombre? Lo normal es que prestemos atención o nos pongamos alerta. Pues bien, esto se debe a que se ponen en funcionamiento zonas específicas de nuestro cerebro que pasan desapercibidas el resto del tiempo, concretamente el hemisferio izquierdo ,que se activa con más fuerza cuando oímos nuestro nombre y no otros diferentes al nuestro, es decir, trabajan más las neuronas de la corteza frontal y la corteza temporal.

¡Fenónemo curioso donde los haya! Y es que, aunque no lo creamos, nuestro nombre nos influye más de lo que pensamos. Y nos guste o no escucharlo, está claro que es una manera fácil de poner a nuestro cerebro a trabajar.

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